Els secrets de la plaça del Rei: Barcino sota les pedres


La plaza del Rey a mediados del siglo XIX. Al fondo, el Mirador llamado del rey Martín y la iglesia de Santa Clara. A tres metros por debajo del nivel de esta plaza es donde ha aparecido la necrópolis de los siglos IV-V. Las casas de primer término, a la derecha, son las que han sido sustituidas por la casa Clariana-Padellàs. Autor: Ramon Alabern - Col·lecció Francisco Arauz.


"La plaça del Rei de Barcelona, un indret carregat d'història i de secrets amagats sota les seves pedres, ha estat testimoni de moments clau en la formació de la ciutat. En aquest article, es revela com les excavacions realitzades en aquesta plaça van desenterrar restes que daten dels segles IV i V, oferint una finestra única al passat romà de Barcino. Des de l'antiga residència condal fins a les troballes arqueològiques descobertes en les obres de la casa Clariana-Padellàs, aquest relat ens transporta a una època en què la plaça era el cor de la vida política i social de la ciutat.

Esta plaza pequeña, escondida en un repliegue de los barrios más viejos de Barcelona, flanqueada por severos edificios cargados de historia y de prestigio, guardaba, y guarda todavía en gran parte, el secreto de las primeras páginas de la historia de nuestra ciudad.

El hecho de haber existido en esta plaza la primitiva residencia condal, trocada luego en palacio real, así como la costumbre persistente durante muchos centenares de años de celebrarse en esta plaza las reuniones solemnes de los ciudadanos cuando debían resolver los casos más arduos del gobierno municipal, hacía sospechar que este sitio debía haber ocupado siempre un lugar principal en las distribuciones urbanas y políticas más antiguas de la ciudad, aún tal vez, en la misma Colonia Favencia Julia Augusta Pía Barcino, que tal era el nombre que Barcelona recibió de los romanos.

Pronto, probablemente, saldremos de dudas, puesto que en los trabajos que se llevan a cabo en la plazuela las tierras levantadas van enseñando día tras día, como en un libro abierto, sus secretos hasta ahora herméticos, y la historia milenaria de este lugar va poniéndose en claro.

Se tenían ya algunas noticias concretas acerca de lo que podría descubrirse en el subsuelo de la plaza del Rey si se presentaba ocasión de hacer en él una excavación sistemática. A mediados del siglo pasado, cuando se debieron abrir algunos hoyos para la fundición de una de las campanas de las torres de la Catedral, se halló una lápida con inscripción romana que fue llevada al Museo de la Academia de Buenas Letras. Más tarde, en 1908, se quiso averiguar si era verdad que había existido en otros tiempos una comunicación entre la calle de la Tapinería y la plaza del Rey, por debajo de la iglesia de Santa Águeda. Se abrió entonces una zanja y se sacaron algunos fragmentos de cerámica romana y un par de tejas planas de la misma filiación. Muy cerca de la plaza del Rey, empotrada en una casa de la bajada de Santa Clara, se pudo contemplar hasta hace poco un cipo sepulcral de buena época romana que debía proceder de aquella vecindad.

No era mucho todo eso, pero sí lo suficiente para poder suponer que no serían vanos los trabajos que se realizasen en la plaza. La ocasión de probarlo vino en el año 1930, cuando se trató de reconstruir en el hueco que en la plaza del Rey habían dejado algunos derribos recientes la casa Clariana- Padellás, de la calle de Mercaders, que debía ser desmontada.

El Ayuntamiento, presidido entonces por persona de la singular cultura del conde de Güell, nos dio facultad para intervenir en las obras de excavación que debían practicarse para la cimentación de la casa que se trataba de reconstruir. A los pocos días de trabajo, nos vino a las manos un argumento decisivo para llevar el convencimiento a quienes habían quedado un tanto escépticos sobre el éxito de la empresa. El argumento era una ánfora que tuvo el buen sentido de conservarse íntegra y en un estado -de conservación perfecto. Desde entonces no ha pasado día sin que se hayan recogido pocos o muchos frutos del trabajo que se iba practicando. Cerámica, pesas de telar, alfileres de hueso y pasadores, fragmentos de inscripciones, lamparillas, etc. Todo esto entre vestigios de construcciones antiguas.

La importancia de esas construcciones obligó a cambiar el plan de los trabajos, puesto que de seguir adelante con los propósitos iniciales hubiera sido preciso destruir todo cuanto iba saliendo a la luz para dar lugar a los cimientos de la obra nueva. La mutación se hizo en el sentido de levantar la casa Clariana-Padellás, no encima de muros, sino sobre pilares unidos entre si en su parte alta por vigas de cemento armado, con lo cual se lograba que en los anchos espacios que los pilares dejaban libres se pudiesen conservar in situ los muros, los pavimentos y demás restos constructivos que se hallasen y fuesen dignos de tal privilegio

El uso a que viene destinada la casa reconstruida en la plaza del Rey favorece todavía este propósito. Puesto que nada mejor para un futuro Museo de antiguas artes suntuarias, que poseer unos sótanos con construcciones romanas auténticas, y con las instalaciones y vitrinas para los vasos hallados allí mismo, que es donde mejor que en un Museo general, pueden conservar todo el interés arqueológico e histórico.

Hasta ahora se ha puesto en claro la existencia de dos piscinas con los escalones para su ingreso, conservando todavía las paredes las señales del nivel que ordinariamente tuvo el agua. Alguna bañera individual les acompaña así como una sala cuyo piso aparece decorado con losetas de mármol de diversos colores a la manera de mosaico. Se descubrió también la cara interior de la muralla de la ciudad, vista ahora por primera vez después de tantos siglos de permanecer ignorada, y se ha podido observar que la pared de las casas seguía paralela a la muralla, dejando un espacio libre que debió ser una calle de nuestra Colonia Favencia.

Recientemente, gracias a las buenas disposiciones tomadas por otro consejero municipal de relieve, el señor Duran y Reynals, las excavaciones se han podido continuar hacia el subsuelo de la misma plaza del Rey, antes que una urbanización definitiva lo hiciera imposible. El resultado, a juzgar por lo poco que se lleva hecho, es asimismo satisfactorio. Sin embargo, esta vez los hallazgos son de otra importancia. Lo que se ha descubierto ahora es una verdadera necrópolis perteneciente, con toda probabilidad, a los siglos IV o V, y con las dos formas de sepulcros de inhumación corrientes en aquellos siglos: los de cubierta de tejas planas, formando dos vertientes, y los de ánforas cortadas y yuxtapuestas. Pero lo más notable de esta necrópolis no son precisamente sus sepulcros, sino el hecho de su emplazamiento en el interior de la muralla, lugar que parecía destinado a más monumentales aplicaciones, y aún más el hecho de encontrarse situados los enterramientos encima de ruinas de construcciones anteriores, probablemente casas de habitación y lugares de industrias, a juzgar por los restos descubiertos.

También en estas nuevas catas se ha recogido cerámica, casi toda ella posterior al siglo III, como asimismo algunas monedas de la misma época, y fragmentos arquitectónicos correspondientes a edificios destruídos no identificados hasta ahora. Entre las lápidas salvadas, es notable una con inscripción dedicada al emperador Marco Aurelio, que había sido rota y preparada para utilizarla en construcciones posteriores.

Ya puede suponerse que todas estas cosas no se hallan en frío. Ni aún los más curtidos en trabajos de esta naturaleza dejan de sentirse emocionados ante los descubrimientos que permiten revivir en cierto modo épocas tan alejadas y volver a la contemplación de objetos que parecían perdidos para siempre.

Claro está que cada pequeño descubrimiento lleva consigo el deseo de otros descubrimientos mayores. Por ejemplo, las construcciones balnearias halladas ahora son un acicate para investigar la relación que pudiesen tener con las termas de Minucio Natal, de cuya existencia en Barcelona nos hablan algunas inscripciones, y cuya situación parecía coincidir, según diversos autores, con la desaparecida iglesia de San Miguel, muy cerca de la moderna plaza de la República, en donde existía un pavimento de mosaico con emblemas acuáticos. Por otra parte, la existencia de un espacio libre entre la línea interior de la muralla y la de las casas, comprobada por las excavaciones de la plaza del Rey, contrasta y exige una explicación congruente del hecho contrario observado por el lado de la calle de Baños Nuevos, en donde la muralla apareció edificada encima de construcciones particulares anteriores, cuyos pavimentos asomaban a uno y otro lado de la muralla. Este problema se enlaza, naturalmente, con el de la cronología de la muralla, que anda todavía oscilante entre los tratadistas, y sobre todo con la relación de prioridad entre la ciudad y sus muros de defensa. La misma necrópolis descubierta ahora, ¿era o no cristiana?; ¿tenía o no relación con la que hubo en el exterior de los muros, más hacia, el mar, y a la cual corresponde tal vez el sarcófago cristiano de la colección Amatller?

Para la solución de estos problemas contamos ahora con una institución de primera categoría, el Museo Arqueológico, en el cual se está procediendo por primera vez a la ordenación y estudio de los muchos materiales que la Academia de Buenas Letras había podido salvar y guardar en el antiguo convento de San Juan de Jerusalem, primero, y luego en la capilla de Santa Águeda de esta misma plaza, objeto de estas líneas

No sabemos las revelaciones que puede hacernos todavía el subsuelo de la plaza del Rey, pero se puede suponer que si las excavaciones continúan ordenadamente y el material descubierto se puede estudiar en forma cumplida, llegaremos a conocer, no solamente las sucesivas transformaciones de ese rincón apacible de los barrios viejos de la ciudad, sino también los primeros capítulos de la historia de Barcelona, la de la Colonia Favencia Julia Augusta Pía, envuelta aún en nebulosidades demasiado densas."

Font consultada: A. Durán i Sanpere. La Vanguardia. 15 de gener de 1935.



Excavacions arqueològiques al subsòl de la plaça del Rei, trobades al fer els fonaments de la Casa Padellàs. Autor: Estorch. (AMB)

Subsòl romà sota la plaça del Rei. (MUHBA)

Fotos de la Barcino Romana:

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